Me
encontraba descansando con una de mis diversiones favoritas en mis manos: el
legendario y famoso videojuego llamado Pac-man. Para quienes no lo han jugado
les comento que se trata de un tablero virtual (computador, Ipod, consolas),
como una especie de laberinto que se encuentra lleno de galletas y de
fantasmas. El juego consiste en que Pac-man debe atravesar todos los espacios,
comerse las galletas y esquivar a los fantasmas para ir subiendo de nivel.
Parece fácil pero no lo es. Tal vez por esto sea el más popular en la historia
de los videojuegos.
Sin embargo,
pese a mi reencuentro
con este juego, a las múltiples horas invertidas en la
práctica y a la desgastante e infructuosa lucha contra los fantasmas no había
avanzado lo suficiente como para sentirme satisfecha y comencé a darme cuenta
de que quizá tenía demasiada prisa en llegar al siguiente nivel.
Y envuelta
en mi hamaca en un vaivén de emociones generadas por Pac-man, el videojuego que
tenía en mis manos, un breve destello de la sabiduría universal me dio un tip
para que jugara mejor:
Si sólo
estás jugando para poder llegar al siguiente nivel, sufrirás y te perderás de
la mejor parte del juego. Te darás cuenta de esto porque cada vez que logres
avanzar, regresarás a este mismo punto y te sentirás tal como ahora, atrapada
en la esperanza de subir un nivel y sentirte mejor en un futuro. Creo que no
estás tomando en cuenta que subir de nivel también implica retos más elevados,
como el aumento de la velocidad con la que se desplazarán los fantasmas detrás
de ti. Y te diré algo más importante todavía: juegas para disfrutar del
momento, aunque ello signifique que en ocasiones los fantasmas logren
atraparte. Si dejas de presionarte para avanzar, continuarás sonriendo aunque
no puedas pasar del primer nivel. Eso en mi opinión es un buen juego.
“Gracias,
le dije. Quien quiera que seas te agradezco que me hayas dicho esto porque
aplica también para mi vida.” Y de una frenética lucha por el laberinto,
pasé a un glorioso momento de diversión. Para tu información, después de esto
he llegado muy lejos e incluso he recibido premios como por ejemplo más
“vidas”, así como tips, trucos y atajos para avanzar.
Después de
este intercambio de ideas, no tuve más opción que decirme: “mmm, la vida es
igual.” El ser humano se olvida del propósito del juego que significa la
vida y permite que sus anhelos se apoderen de cada segundo de su tiempo y que
su aparente urgencia de avanzar se cuele a través del presente y le quite el
brillo a su existencia y de paso a la misma Creación.
Los avances
o los progresos tal como los concebimos son componentes ficticios del juego de
la vida y aun así hay que disfrutarlos de la mejor manera posible, tomando en
cuenta que la energía de la que estamos hechos es tan sutil, que sólo puede
vivirse en ese segundo pasajero que comienza a marcharse en cuanto lo
mencionamos y que osadamente llamamos presente.
Cuando no es
posible disfrutar del juego de la vida porque ese presente parece estar
empañado u oscurecido por los fantasmas que no dejan de llegar, en forma de pensamientos,
situaciones o personas, entonces vale la pena rendirse, renunciar, claudicar,
abandonar, dejar de controlar, permitirte ser atrapada por los fantasmas.
Y después de
eso ¿qué es lo peor que nos puede pasar? ¿Acaso morir? No. Eso sería un premio.
¿Sufrir? Quizá sea necesario. Nuestro dolor lo es. Nuestra ansiedad para que
las cosas mejoren también lo es. Si nuestro Ser no necesitara del dolor no lo
experimentaríamos, así que estamos casi obligadas a recibirlo. Al comprender la
profundidad de esto, se acaba la lucha y dejamos de lado el hecho de ser
jugadores para convertirnos en el juego mismo y en todo a la vez.
Si publicaciones como esta son
generadas por Pac-man, entonces ¿vale la pena que continúe jugando no? (Risas).
Gracias por leerme.
© Todos los derechos reservados. Vivi Cervera 2012.
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